miércoles, 27 de abril de 2011

LEYENDAS MALAGUEÑAS

Esta entrada me gustaría que fuera la primera de una serie dedicada a leyendas malagueñas, pero me da que no va a ser así.
Me gustaría poder profundizar en leyendas varias de esas que se escuchan a los mayores: que si el Vampiro del Molinillo, que si 'Mariquilla ura ura y su asaura', que si los fantasmas de la Gota de Leche (actual biblioteca de la Diputación), o los de la antigua librería que había en calle Císter.
O esas leyendas románticas de temática religiosa: la del bandido Zamarrilla, la del Cristo de Mena, la de las 5 bolas de calle San Juan, la leyenda de la Manquita.
La Leyenda del Pulpo de Málaga como la contó Plinio:
Durante el proconsulado de Lucio Luculo en la Bética, Trebio Nigro, escritor de su comitiva, contaba que había un pulpo gigante que acostumbraba a salir del mar hacia las piletas acabando allí con las salazones. Se le pusieron por delante unos cercados, pero los saltaba por medio de un árbol, y no se lo hubiera podido atrapar si no llega a ser por el olfato de los perros. Éstos lo rodearon cuando volvía de regreso por la noche y los guardas al despertarse se aterrorizaron por algo tan excepcional. Su tamaño era insólito, después el color del animal, untado en la salmuera, con un olor de espanto. ¿Quién se hubiera podido esperar un pulpo en aquel lugar o lo hubiera podido reconocer de tal guisa? A ellos les parecía que luchaban contra un monstruo, pues espantaba a los perros con su bufido terrible, azotándolos, además, unas veces con las puntas de sus tentáculos o golpeándolos otras veces con la parte más fuerte de sus brazos a modo de mazas; a duras penas se pudo acabar con él tras múltiples arponazos. Le mostraron a Luculo la cabeza, del tamaño de un tonel con quince ánforas de capacidad; además las barbas, que apenas podían abarcarse con los dos brazos, llenas de nudos, con sus ventosas de una urna de capacidad, como calderos y, asimismo, los dientes, en correspondencia con su tamaño. Sus restos pesaron setecientas libras.

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